Cuando Jesús tenía unos treinta años empezó su vida
pública. Fue al río Jordán, al encuentro de Juan Bautista, que era hijo de
Zacarías y de Isabel, la prima de María.
Juan anunciaba la venida del Mesías. En las aguas del
Jordán él bautizaba a los pecadores que querían convertirse a Dios.
Jesús se acercó como uno más y se mezcló con los
pecadores para recibir el Bautismo. Juan el Bautista intentó quitarle la idea,
pero Jesús le dijo: “Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere”.
Juan lo bautizó. Jesús vio bajar sobre él al Espíritu de
Dios como una paloma y oyó la voz del Padre que decía: “Este es mi Hijo amado,
en quien me complazco”.
Después de su Bautismo Jesús empezó a actuar como Mesías.
Hablaba con las gentes y les enseñaba el amor de Dios. Hacía el bien a todos:
curaba, perdonaba, daba de comer, animaba...
Adaptación de Mateo 3,13-17
Después de su Bautismo, Jesús empezó su importante misión: anunciar que el amor de Dios es para todo el mundo.
Jesús contaba que Dios ama a todas las personas: a ricos y a pobres; a sanos y a enfermos, a jóvenes y a ancianos; a los que cumplen los mandamientos, y a los que se equivocan los perdona y les da la oportunidad de cambiar.
Hablaba del amor de Dios y ayudaba a las personas que sufrían. Esta es la buena noticia del amor de Dios.
Jesús fue a buscar a doce amigos especiales para que lo siguieran y lo ayudaran. Llamó a Simón Pedro, Andrés, Santiago y Juan, que dejaron su barca y las redes para seguirle. También Mateo, Tomás, Felipe, Bartolomé, Judas Tadeo, otro Santiago, Simón y Judas Iscariote respondieron a la llamada de Jesús.
Los doce amigos de Jesús forman el grupo de los apóstoles.
Jesús se retiraba y a solas, se dirigía a su Padre del Cielo en sus oraciones. Confiaba en el amor de Dios y le pedía que lo ayudara en su misión.
Jesús enseña la oración del Padrenuestro a sus seguidores para que aprendan a rezar a Dios y a llamarle Padre.
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