Las personas ocupan un lugar único en la creación:
"están hecho a imagen de Dios"; en su propia naturaleza une el mundo
espiritual y el mundo material; es creado "hombre y mujer"; Dios lo
estableció en la amistad con él.
Dios nos ha dado capacidades y dones para que nos
adaptemos al mundo y su creación (la piel cambia, para dar protección,
confeccionamos ropa para protegernos del frío, utilizamos gafas para ver mejor…etc).
Dios preparó a nuestro cuerpo con los mecanismos necesarios para su existencia, y nos dio corazón y cerebro para, amar y experimentar los sentimientos que dignifican el Amor, como: la caridad, la fraternidad, etc. Conozcamos de Su Amor y el Amor con el que nos creó.
Dios nos creó para ser felices y cuidar de su creación.
El Domund es una Jornada universal que se celebra cada año en todo el mundo, el penúltimo domingo de octubre, para apoyar a los misioneros en su labor evangelizadora, desarrollada entre los más pobres.
El Domund es una llamada a la responsabilidad de todos los cristianos en la evangelización. Es el día en que la Iglesia lanza una especial invitación a amar y apoyar la causa misionera, ayudando a los misioneros.
Los misioneros dan a conocer a todos el mensaje de Jesús, especialmente en aquellos lugares del mundo donde el Evangelio está en sus comienzos y la Iglesia aún no está asentada.
El Domund es el día en que, de un modo especial, la Iglesia universal reza por los misioneros y colabora con las misiones. #DOMUND
Se celebra en todo el mundo el penúltimo domingo de octubre, el “mes de las misiones”.
“Corazones ardientes, pies en camino”
Solo el encuentro con el Resucitado ilumina nuestra vida y hace arder nuestro corazón. Lo han experimentado los misioneros y misioneras, quienes, con su corazón ardiente, nos muestran el camino hacia los hermanos más pobres y necesitados, y la presencia del Señor vivo en medio de ellos.
Ese encuentro personal con Cristo hace que los ojos de las personas se abran y mueve a la acción. Así, los misioneros se ponen en camino y entregan su vida para que el Evangelio llegue a todos los rincones del mundo.
Comprender que Dios nos toca el corazón para que nos pongamos en camino.
Asumir la misión de trabajar para crear un mundo mejor.
"Salgamos con los corazones ardientes, los ojos abiertos, los pies en camino…, para invitar a todos a caminar juntos por el camino de la paz y de la salvación que Dios, en Cristo, ha dado a la humanidad" (papa Francisco).
Para comenzar y dar contexto a esta Jornada del Domund (22 de octubre), leemos juntos Lc 24,13-35. Podemos representar el pasaje del Evangelio para intentar mantenerlos atentos.
Después, vamos a preguntar algunas cuestiones para ver si lo han entendido bien:
¿Quiénes estaban de camino? ¿Adónde iban?
¿A quién se encuentran? ¿De qué hablan durante el camino?
¿Cuándo descubren quién es el que camina con ellos? ¿Qué pasa entonces?
¿Qué ocurría en su corazón mientras Jesús les explicaba las Escrituras?
¿Qué hacen después?
La historia de la Iglesia está tejida por corazones ardientes que, como los discípulos de Emaús, se encuentran con Jesús vivo y resucitado, y se ponen inmediatamente en camino para anunciarlo a quienes aún no le conocen.
Uno de ellos es el padre Saturnino Pasero, 37 años en la misión de Benín.
La vocación misionera de Saturnino le llevó a ir a una misión en la que la Iglesia no existía: “nos pidieron ir a una zona donde no había nada, pero se sentía un deseo por parte de algunas comunidades de seguir el camino de Jesús.”
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